Ciencia
5 experimentos fáciles y sorprendentes
Si estás aburrido en tu casa y quieres divertirte con tus hijos o amigos, hay varios experimentos fáciles que puedes hacer con materiales sencillos que tienes en tu cocina, y que te divertirán mucho
Si estás aburrido en tu casa y quieres divertirte con tus hijos o amigos, hay varios experimentos fáciles que puedes hacer con materiales sencillos que tienes en tu cocina, y que te divertirán mucho.
Estos experimentos se basan en principios conocidos por la ciencia, pero al hacerlos te permitirán entender mejor cómo funcionan estos. Lo más interesante es que puedes repetirlos muchas veces y el resultado siempre será el mismo, montones de risas.
Afortunadamente, no son complejos y no correrás el riesgo de fallar o hacer algo absurdo, como le llegó a pasar incluso al gran genio Einstein y sus dos errores que trascendieron más allá de la ciencia.
Burbujas que no se rompen fácilmente
Este es otro de los experimentos fáciles basados en el cambio de la tensión superficial de las burbujas, para hacerlas más resistentes. Necesitaremos una botella de detergente líquido, hilo, agua destilada, glicerina y pajillas o sorbetes.
En un recipiente vierte 6 vasos de agua destilada o filtrada. Si no tienes agua destilada a mano puedes usar agua corriente, pero deberás dejarla reposar toda la noche para que evapore las burbujas y gases producidas por el proceso de potabilización y en su paso por las tuberías.
Vierte una taza de detergente líquido en el recipiente con el agua destilada. Agrega una taza de glicerina, mezcla todo bien y deja reposar durante una hora.
Usa la pajilla, tus dedos o cualquier otro objeto hueco para mojarlo en la mezcla. Sopla a través de esta y verás como se forman burbujas que no se rompen con facilidad.
Si deseas sorprender a los niños, puedes mojar una pajilla en la mezcla y atravesar las burbujas de lado a lado, sin que estas se rompan. También podrás soplar dentro de ellas para formar burbujas más pequeñas en su interior.
Mira cómo actúa la presión atmosférica
Este es uno de los experimentos fáciles para jugar con la presión atmosférica. Para hacerlo necesitarás una botella de vidrio de cuello ancho, una vela, un plato hondo y agua.
Coloca la vela en el centro del plato hondo en posición vertical y llénalo con agua hasta unos 2 centímetros por debajo de su borde. Enciende la vela con cuidado y coloca la botella de vidrio sobre ella cubriéndola totalmente.
Verás que la llama sigue encendida por unos segundos, tiempo durante el cual el aire dentro de la botella se calentará hasta los 800 grados Celsius, provocando que se expanda. En este momento verás que el agua dentro de la botella baja de nivel en comparación con la del plato..
Al acabarse el oxígeno, la llama se apagará y el aire en la botella se enfriará rápidamente, ocasionado que el mismo se contraiga, es decir, que su volumen disminuya.
Al ocurrir esto, la presión atmosférica fuera de la botella empujará el agua del plato y notarás que sube el nivel de esta en el interior del envase. Poco a poco las presiones internas y externas se equilibrarán y el nivel del agua será el mismo en el plato y dentro de la botella que cubre la vela.
Experimentos caseros sencillos: huevos giratorios
Este experimento requiere un huevo crudo y otro hervido por unos 10 minutos. Este tipo de experimentos fáciles muestra el efecto de la inercia en sólidos y líquidos de una manera poco ortodoxa.
Cierra los ojos y mueve los huevos en un envase hondo, sin romperlos, hasta que pierdas noción de cuál es el crudo y cuál el que ha sido hervido.
Ahora ponlos sobre una superficie plana o en el suelo y con los dedos pulgar e índice ponlos a girar. Observa bien cómo se mueven, cuál gira más rápido y por más tiempo y cuál parece moverse más fácilmente.
Ahora detenlos con la mano y suéltalos enseguida sin levantarlos de la superficie. Verás que el huevo crudo empieza a girar nuevamente, pues el líquido en su interior siguió girando y conserva parte de la energía cinética.
Puedes hacer un segundo truco usando el huevo duro. Hazlo girar rápidamente y verás que lo hace como un trompo. Si logras darle suficiente velocidad notarás que se levanta en posición vertical, incluso si estaba acostado cuando empezó a girar.
Fríe un huevo en frío
Aquí tenemos otro de los experimentos fáciles con huevos. En este caso demostrarás que se puede “freír” un huevo sin usar una sartén o cacerola, aceite ni fuego alguno.
Necesitarás un plato, un huevo crudo y alcohol de uso externo como el que se compra en la farmacia para desinfectar heridas leves. Rompe el huevo y vierte su contenido con cuidado sobre el plato. Enseguida rocía todo abundante alcohol.
Lentamente veremos que empieza a cambiar el color y textura de la yema y la clara del huevo. Para sorpresa de todos, al cabo de una hora tendrá el aspecto de un huevo frito en aceite.
La yema permanecerá líquida bajo la cubierta de la clara, que ahora mostrará un color blanco y una textura sólida. Esto se debe a la desnaturalización de las proteínas que componen la clara del huevo, proceso que puede ocurrir tanto por el calor del fuego como por la acción de sustancias químicas como el alcohol.
Si deseas jugar con otra variación de este efecto, puedes batir primero el huevo y ponerlo en un plato hondo y aplicarle bastante alcohol. Al cabo de un buen rato se verá exactamente como un huevo frito revuelto, con la forma del plato o recipiente donde lo hayas vertido.
Y antes de seguir, sabías que no es fácil atrapar una mosca con la mano? te proponemos que inventes un experimento para hacerlo fácilmente.
Vacía un huevo sin romperlo
Este es otro divertido experimento con huevos que dejará sorprendidos a todos. El objetivo es vaciar un huevo, sin romper su cáscara, usando solo agua.
Solo necesitarás un vaso, una aguja, agua y un huevo crudo. Usando la aguja o un elemento punzante con punta muy fina, haremos una pequeña incisión en la cáscara del extremo más achatada del huevo.
Es importante que solo quites una minúscula porción de la cáscara, sin perforar la membrana que la recubre por dentro y que aísla el contenido líquido del huevo.
Ahora, procede a ampliar el tamaño de la incisión usando tus dedos y uñas, con extremo cuidado. Una vez hecho esto, haz otra perforación en el lado más puntiagudo del huevo, pero esta vez si vas a perforar tanto la cáscara como la telilla.
La hora de la verdad
Ahora pon el huevo en un vaso en posición vertical parado sobre la punta más plana, donde no se perforó la membrana interna.
Vierte agua en el vaso sin llegar a cubrir todo el huevo y espera. En unos minutos empezarás a ver que la clara del huevo empieza a salir por la apertura que hicimos en la punta más aguda.
La explicación es que debido a un complejo pero a la vez simple proceso de ósmosis el agua del vaso entró al huevo a través de la membrana de su extremo inferior y fue disolviendo y expulsando la clara de su interior por la otra punta
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