La ciencia del chisme (por qué tantos la practican)

Las conversaciones son tan antiguas como la vida misma. Desde que somos pequeños nos inclinamos hacia el conocimiento de nuestro alrededor para aprender de él y luego comunicar esta información. 

Indagamos en la vida de otras personas debido a un similar principio: “Necesito averiguar sobre tu vida para saber a qué atenerme en la mía”. Por tanto, el chisme, cotilleo o murmuración ha surgido como respuesta a esta necesidad de sondeo ¿Pero… sabías que está la ciencia del chisme detrás de todo el asunto? 

El chisme es bastante común. Psicólogos han estimado que más del 65 % de nuestras conversaciones incluyen hablar de personas que no están presentes en la charla. Más que un comportamiento ocasional el chisme se ha vuelto un hábito.  ¿Y eso por qué?…

Frank T. McAndrew (en su artículo: Can gossip be good?, publicado en Scientific American Mind) opina que la frecuencia del chisme es debida a que desarrolla una increíble inteligencia social con el objetivo de predecir e influencia el comportamiento de otros. 

Robert Trivers (Universidad de Rutgers), declara que los chismes se utilizan de filtro para identificar a aquellos sujetos que pueden ayudarte en algún momento y los que no lo harían. Como el chisme cuenta sucesos (o parte de ellos) y vivencias que una persona externa ha tenido, este dato puede revelar una fracción de su usual comportamiento.

Jerry Barkow, de la Universidad de Dalhousie, plantea que el chisme surge de un proceso de competencia. Nos interesa saber acerca de la vida de otros, principalmente de los próximos a nuestra edad y grupo social porque son nuestros competidores más cercanos. Usamos además esta información para incluirnos socialmente, utilizando el chisme como factor de integración en los grupos de amistades que queremos pertenecer y captar su atención.

Una psiquiatra colombiana da un punto de vista un poco más negativo. Ella expone que la razón del chisme radica en la necesidad de estar comparando nuestras vidas con las de los demás y se aseguran que ellos también tienen debilidades e insatisfacciones.

Todos estos razonamientos de grandes estudiosos del tema te aportan una perspectiva más abarcadora y certera de lo que realmente es el chisme y lo que conlleva su uso.

A lo largo de la historia han existido figuras célebres que han sido víctimas del chisme. En cada uno de los períodos en que estos se desarrollaron, se llegó a difundir el rumor de que:

• Cleopatra se había suicidado para evitar el ataque de los romanos
• Miguel Ángel mató a una de sus modelos para estudiar su anatomía
• María Antonieta engañó a su esposo y su heredero era ilegítimo
• Zar Nicolás II y su esposa tenían una vida sexual inquietante
• El compositor Brahms estrangulaba gatos y usaba sus gritos para componer sus sinfonías
• El compositor Salieri fue el autor de la muerte de Mozart
• El refresco “Tropical Fantasy” dañaba la calidad del semen de los hombres y los hacía infértiles (chisme que incluso hizo que la compañía tardara años en recuperarse)

Como vemos, el chisme también causa destrucción, deshonra y vergüenza para los implicados.

El chisme necesita de las personas para vivir. Miles de programas, youtubers y revistas saben esto y disponen su tiempo y recursos para cavar hondo en la vida de las celebridades famosas y exponen el notición encontrado a sus seguidores sedientos y expectantes. Y lo peor de todo no es la cantidad de personas que pagan por ello,  sino su propia ceguedad. La intimidad ajena nos resulta atractiva, pero ver a otros dos hablar de un tercero, nos produce horror y hastío. Es como si practicar el chisme estuviera mal, a menos que seas tú el que lo haga. En ese caso no existe el problema.

Para bien o para mal la sociedad entera está llena de rumores por todas partes. A menos que vivas en otro planeta no te podrás alejar de ellos. Necesitamos interactuar y desarrollarnos en la sociedad para vivir, abunde el chisme o no abunde. La mejor ofensiva que existe contra este inquilino no terrícola es responder con inteligencia a sus ataques.