Retos virales uno de los mayores peligros de internet

Algunos retos virales, que se han vuelto muy populares, son inofensivos, e inclusive positivos. Tal es el caso de echarse una cubeta de agua helada para mostrar apoyo a quienes padecen esclerosis lateral amiotrófica. Otros, como hacer algún ejercicio físico y cantar el fragmento de una canción son dinámicas que desarrollan el potencial.

El problema está en que con la misma facilidad que se difunden estos desafíos, se comparten otros sumamente peligrosos. Uno de estos es “Momo”, que consiste en una mujer con apariencia de película de terror que busca adolescentes. Cuando contacta con alguno, lo invita a escribirle por WhatsApp a un número desconocido y lo amenaza por privado. Por este medio incitó a muchos a la violencia, al acoso e incluso al suicidio.

Un reto similar que fue un escándalo mundial cuando se descubrió, fue “La Ballena Azul”. Este constaba de varias “fases” que planteaban pruebas, al principio solo un poco atrevidas, que iban subiendo de dificultad. Como empezaba de forma “inofensiva” los adolescentes no sospechaban y poco a poco los iba llevando a acciones extremadamente peligrosas. Lo peor fue que hubo adolescentes que fueron totalmente manipulados hasta que ejecutaron el reto final: el suicidio.

El reciente reto “Rompe Cráneos” se popularizó en Tik Tok. Tres adolescentes se ponen de acuerdo para saltar mientras los de los extremos ponen una zancadilla al del medio. Este “juego” ha provocado lesiones y golpes incluso graves, al igual que “Train Surfing”. En este último, el participante se sube al techo de un tren en movimiento. De esta forma un niño de 11 años cayó debajo de un tren y perdió sus piernas.

Un reto viral es “Bird Box”, que provocó el accidente de una adolescente que conducía con los ojos vendados. Otros incluyen acciones tan dementes como asfixiarse, prenderse fuego o ingerir detergente. Pareciera que nadie haría semejantes tonterías, pero muchos niños y jóvenes caen en estas trampas.

La cuestión es que muchas veces estos retos aparentan ser simples juegos entre amigos. En otras ocasiones, tienen un aura de misterio y riesgo, mezcla en extremo atractiva para los adolescentes. A esa edad se suele buscar descargas de adrenalina y por naturaleza, se realizan actividades a veces bastante peligrosas.

En esas edades jóvenes no solo se busca diversión, sino que también se tiende a subvalorar riesgos. El cerebro de los niños y adolescentes aún no ha madurado del todo. La corteza prefrontal se desarrolla hasta alrededor de los 25 y esta es la zona responsable del pensamiento racional. De ahí su comportamiento impulsivo y su tendencia a “no pensar” en las consecuencias. Además, buscan aceptación, por lo que no quieren ser vistos como “cobardes”, huyen del bullying e intentan resaltar.

A lo anterior se suma el factor del Internet, el cual es un agravante de la situación. De por sí, muchos jóvenes históricamente hacían “locuras”, pero ahora también las promueven en medios tan poderosos como las redes sociales. Una gran cantidad de menores tienen acceso sin restricciones a la red. No hay protección suficiente para adolescentes por parte de los navegadores y sitios, ni de los adultos. Otros atractivos son la viralidad de los retos y los likes que consiguen, así como los influencers que los hacen.

Los adultos, gobiernos, e instituciones muchas veces tampoco conocen la gravedad del asunto hasta después de cumplido el reto. Rara vez los padres están al tanto de lo que realmente hacen sus hijos en las redes sociales. Los problemas de comunicación, típicos de esta etapa, se extienden al ámbito de internet. Los esfuerzos de padres e instituciones por desarrollar en los adolescentes una autoestima y valores correctos resultan insuficientes o inefectivos.

La lucha contra los retos virales debe basarse en un sistema que ataque desde todos los frentes. Se han dado algunos pasos con este fin. Por ejemplo, YouTube y Facebook eliminan contenido denunciado que incite al odio, la violencia, el acoso, etc. Por otro lado, autoridades de algunas localidades han tomado medidas para impedir las cuentas en redes de menores. Pero las medidas aún no resuelven el problema.

Gran parte de la responsabilidad recae en la familia, encargada de la transmisión de valores y el cuidado del menor. Esta debe fomentar la participación del joven en actividades offline y evitar el uso excesivo de las nuevas tecnologías. Asimismo, es necesario crear un ambiente en el hogar en el que los hijos se sientan aceptados, apoyados y amados. Es importante potenciar en los adolescentes un pensamiento crítico y lógico. Está de más decir la necesidad de una buena comunicación y seguirlos en las redes.

El segundo lugar en el que más tiempo pasan los niños y adolescentes, además del hogar, es la escuela. Las instituciones educativas deben tener estipuladas acciones concretas para cultivar el respeto, la solidaridad y otros valores positivos. Los docentes deben estimular el desarrollo personal, la autorrealización y la buena autoestima de sus alumnos. Pueden ser de gran provecho las actividades extracurriculares como charlas de grupo, para hablar sobre las redes y sus peligros.

Las autoridades y los medios de comunicación también juegan un importante papel. A través de los medios se puede educar a niños y jóvenes para un uso responsable de las tecnologías. Es una buena forma de explicarles quelo que ven en internet puede ser un montaje y causar la muerte. Las autoridades, por otra parte, deben tener conocimiento de estas cuestiones. La identificación temprana de estos retos y la investigación de quiénes son sus creadores puede evitar varias víctimas.

Los retos virales no son “cosas de película”, son una realidad. Hay niños y jóvenes que terminan hospitalizados e incluso pierden la vida por esta causa. Es fundamental para la seguridad la advertencia a padres, autoridades y docentes sobre los mismos. Controlarlo es una lucha que necesita de todos, desde una simple denuncia a un contenido peligroso en las redes.