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La gente medieval dormía de otra manera, ¿Por qué dejamos de hacerlo?
Pasas mucho tiempo durmiendo o eres de los que duerme poco. En el pasado se solía dormir de manera diferente, lo sabías, ¿por qué dejamos de hacerlo? En la época medieval llovían las prohibiciones: por ejemplo, no se podía tocar música o hacer ejercicios. Sin embargo, se les recomendó descansar y dormir correctamente.
A diferencia de la actualidad, en el pasado se dormía de manera diferente. El horario de sueño se dividía en dos tramos durante la noche. Ese espacio entre tramos de sueño se aprovechaba para dedicar cierto tiempo a otras actividades: charlar, rezar, etc.
8 horas seguidas de sueño… ¿Acaso es la mejor manera de dormir?
Verdaderamente la cuestión del sueño es un tema polémico. La realidad es que según nuestras tradiciones y modos de vida nos llevan a pensar de manera diferente. Ni siquiera porque todos experimentamos el confinamiento que tuvo lugar producto a la pandemia, existe algo en lo que la Humanidad haya estado de acuerdo, excepto en la relevancia del sueño para nuestra vida.
Uno de los puntos de coincidencia entre todas las personas que habitamos este planeta, cualquiera que sea su lugar de procedencia, es en la necesidad del sueño. Ya sea que tengamos la peor o mejor manera de dormir. Generalmente, elegimos la noche para realizar esta actividad. La noche nos ofrece un número importante de comodidades.
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En el Medioevo se acostumbraba a una mejor manera de dormir
Existen pruebas de que no siempre se durmió de la misma manera. Actualmente existe un patrón reglamentario establecido por los medios. Las ocho horas constituyen la esencia para conseguir una excelente calidad de vida y un cutis perfecto. No obstante, aunque sea una información o incluso una consigna que esté algo mediatizada, las ocho horas de sueño como una mejor manera de dormir son más bien una premisa moderna.
Estas cuestiones, llevan un tiempo estudiandose. Por ejemplo, un historiador del sueño de la Universidad de Virginia, Roger Ekirch, planteó que el patrón de sueño común en esos tiempos era el bifásico. Es decir, nuestros antepasados dormían ocho horas divididas en dos bloques de cuatro. Por tanto, de manera indirecta cumplían la idea de las ocho horas solo que no de la misma manera.
En sus estudios científicos, el historiador, se topó en varias ocasiones con el término “primer sueño”, por eso logró deducir que se dormía en dos bloques. Estos dos bloques estaban por un periodo de tiempo de una hora, o incluso más. Durante este tiempo, muchas personas permanecían despiertas en la cama, paseaban o hablaban con sus parejas.
Otras personas, a diferencia, se levantaban y realizaban un número variable de actividades o hasta visitaban a sus vecinos. Se conoce además que, Leonardo da Vinci, Edison, Nikola Tesla, entre otros, dormían cerca de cuatro horas en la noche y disfrutaban de una siesta a lo largo del día.
Sin embargo, Ekirch no pudo concluir nada de lo descubierto. Solo encontró importantes coincidencias estudiando registros que abarcaban desde la Edad Media a la Revolución Industrial, con palabras que hacían alusión o inducían a pensar sobre la existencia de este llamado primer sueño. Según la “Odisea” de Homero, y hasta los “Cuentos de Canterbury” de Chaucer, era algo que se había extendido.
¿Norma o mito?
En cientos de cartas, obras literarias, diarios, libros de texto médicos, escritos filosóficos, artículos de periódicos, y en otros medios, se hablaba de lo mismo. Lo más relevante del asunto es que esta tradición no solo se reducía a Europa, sino que también se había extendido por África, el sur y el sudeste asiático, Australia, América del Sur y Medio Oriente.
A pesar de ser una costumbre tan extendida quedó en el olvido, como mismo lo resultaron otras costumbres u objetos insólitos que se encuentran en excavaciones arqueológicas. Ahora, el quid de la cuestión es este, ¿por qué pasó de moda?
LUZ: según dijo Goethe antes de morir, la luz artificial fue la causante de la modificación de esta tradición tan socialmente extendida. Para Ekirch, las bombillas rompieron la relación que se establecía entre el hombre y la noche, pues ya solamente no se contaba con iluminación un periodo determinado del día, sino que se prolongaba hasta la noche.
Con esta modificación, se podía acudir a espacios como bares, reuniones sociales o incluso al teatro. Ya no se iba a la cama con tanta premura, y la distribución de las tareas del hombre dejó de estar influenciado por el horario. Pues había surgido también el turno nocturno: si la noche podía utilizarse para momentos de ocio, también iba a utilizarse para trabajar.
Como una manera de optimizar el tiempo y que aumentaran sus funcionalidades, se considera la posibilidad de dormir horas seguidas como mejor manera de dormir. No obstante, ya gozaba de cierta libertad para irse a la cama cuando quisiera, pues la oscuridad no constituía un problema.
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Formas antiguas, ¿de la peor a una mejor manera de dormir?
En el siglo XVII como norma, desde la 21:00 hasta las 23:00, los que podían permitirse el descanso se dejaban llevar unas de horas más. La gran mayoría, dormía en la comunidad, incluso con los ácaros.
Para velar por ciertas comodidades que aseguraban un mejor horario de sueño, se adoptaron una serie de convenciones sociales. Una de estas era que se prohibía moverse demasiado, se debían organizar las posiciones para dormir: las niñas solían acostarse a un lado de la cama, seguidas por la madre, después el padre, y al otro lado los niños como mejor manera de dormir.
Después de afirmarse por los medios que ocho horas de sueño seguidas es el ideal que debemos seguir y la mejor manera de dormir se conocieron nuevos datos. Thomas Wehr, científico del sueño, en una investigación que realizó en la década del 90, descubrió elementos esclarecedores.
En un experimento que realizó con 15 hombres que tenían patrones de sueño normales, se les privó de la iluminación artificial durante la noche con el objetivo de acortar sus horas de luz. De las 16 horas que tenemos habitualmente, ellos solo tenían 10, el resto del tiempo se confinaban en habitaciones sin luces ni ventanas, y se les prohibía que tocaran música o hacer ejercicios. En lugar de esto dormían.
Inicialmente, todos mantenían sus hábitos normales y dormían en un turno nocturno que duraba de la noche a la mañana. Luego de cuatro semanas experimentaron una modificación de sus patrones de sueño, ahora dormían en dos bloques. Las mediciones de la melatonina, hormona del sueño, mostró que los ritmos circadianos se habían ajustado, por lo que había una alteración biológica del periodo de sueño.
Ekirch considera que la manera de dormir de nuestros antepasados nos demuestra que los insomnios que sufrimos a media noche pueden tener orígenes naturales. Por otro lado, que las costumbres del sueño han cambiado es un hecho totalmente natural, no solamente producto a la luz eléctrica, sino que contamos con mayor comodidad a la hora de dormir.
Puede que un bloque de sueño no sea lo más natural o la mejor manera de dormir, pero se adaptan de excelente manera a nuestros modos de vida.
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