Temerarios que perdieron sus vidas realizando trucos extremistas

Wu Yongning tenía apenas 26 años y se hizo famoso realizando trucos extremistas, posiblemente de los más peligrosos. ¿Qué hacía? Unas acrobacias impresionantes. Lo mismo saltos y giros que técnicas de equilibrio sobre monopatines, otros artefactos o bordes de muros. Y dirás: “eso lo hace mucha gente. Es sorprendente, pero no único”. Sí, pero Wu lo hacía en alturas increíbles. Desde puentes hasta azoteas de rascacielos.

Ya tenía más de 300 videos de ese tipo subidos en sus redes sociales. O sea, no era un principiante. Había intentado satisfactoriamente muchos de sus trucos. Eso le había valido más de un millón de seguidores en sus redes sociales. Era toda una celebridad de la adrenalina. Sin embargo, su temeridad le terminó costando la vida.

Su último truco tuvo lugar en la provincia china de Huan. Más específicamente, en lo alto de un rascacielos de 62 pisos de altura. Como imaginarás, no había forma de sobrevivir a una caída desde allá arriba. En el video de la ocasión se le ve caer y quedar sostenido solo con sus manos. Intentó subir nuevamente y ponerse a salvo, pero, lamentablemente, no lo logró.

Lo peor de todo es que, al parecer, perdió su vida por dinero. Según el New York Post, una entidad desconocida ofrecía 15 mil dólares a quien cumpliera esa hazaña. Se dice que Wu Yongning pensaba utilizar parte de ese dinero para costear su boda. Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada y perdió la vida realizando trucos extremistas.

The Daily Mail sacó a la luz la historia del joven Kyle Lee Stocking, de tan solo 22 años. Según el relato, Kyle vio un video en Youtube que lo dejó sorprendido y quiso repetirlo. ¿Sabes qué es el puenting? Es esa práctica en la que personas se lanzan desde lo alto de un puente, amarrados por una cuerda. De por sí es bastante peligrosa, pero esta experiencia resultaba aún más extrema.

Se trataba de balancearse, igual con una cuerda, por dentro del arco Corona, en Utah. Por supuesto, para ello debía empezar lanzándose desde la cima, que es de 33 metros. Casi nada, ¿verdad? Caer desde ahí y sobrevivir es tan posible como que un perro hable. Por ello, para hacer este tipo de proezas es muy importante tenerlo todo súper calculado.

Lamentablemente, Kyle no lo hizo así y acabó con su vida realizando trucos extremistas. ¿Qué le falló? Lo más importante de todo. No calculó bien el largo que debía tener la cuerda con la cual iba a saltar. Quizás, si hubiera quedado corta, solo se hubiera quedado colgando a una altura no deseada, pero quedó muy extensa. El muchacho impactó directamente contra el suelo y murió en el acto.

Esta historia avivó la polémica sobre si se deben permitir videos de personas realizando trucos extremistas en redes sociales. Porque, aunque se avise y se pida que no lo intenten en casa, siempre termina ocurriendo. No solo ha pasado con cosas tan evidentemente peligrosas como saltar de 33 metros atado a una cuerda. También con otras más sutiles, como comer canela. Se ve divertido y no potencialmente mortal, pero expertos aseguran que puede producir un colapso pulmonar.

Hay personas que saltan desde alturas sorprendentes vistiendo un traje que los hace asemejarse a las aves. Si bien no vuelan con esa indumentaria, sí logran planear y no caer de lleno al suelo. Pero no es fácil. Aunque planeen, siguen yendo a altas velocidades, teniendo que evitar picos rocosos, árboles y otros obstáculos.

A eso se dedicaba Valery Rozov, de nacionalidad rusa. Su objetivo era saltar desde los llamados “siete puntos”. O sea, los picos más altos de cada uno de los siete continentes. Ya había saltado desde una gran elevación en la Antártida e incluso desde la cima de un volcán activo. Además, tenía el récord de salto base más alto en un traje aéreo. Lo logró por lanzarse de un pico de 7.23 kilómetros en el Tíbet, al norte del monte Everest.

A pesar de toda esta experiencia, también perdió la vida realizando trucos extremistas. Esto sucedió cuando saltó desde un pico de 6.7 kilómetros, en el este de Nepal. Ni siquiera era tan alto como el que le valió su récord. Sin embargo, eso no necesariamente significa que fuera más seguro. Rozov, a sus 52 años, falleció tras estrellarse contra un acantilado en ese salto.

Dean Potter era un escalador bastante conocido. Había subido picos importantes y, al igual que Valery Rozov, practicaba el salto base. Lo hacía tanto con paracaídas como con trajes aéreos. El día del fatídico accidente, se encontraba junto a su amigo Graham Hunt en el Parque Nacional de Yosemite. Esto es en California, Estados Unidos.

Realizaron un salto más que conocido por ambos. Potter lo había realizado al menos en 20 ocasiones anteriores. Hunt, por su parte, era también un saltador muy experimentado. Sin embargo, su experiencia no logró evitar que ambos se estrellaran contra una cresta rocosa y murieran. Otros escaladores se mostraron afligidos, pero no sorprendidos con la noticia. Según dijeron, Potter siempre se había dedicado a empujar los límites hasta el extremo.

El buceo libre es una práctica sumamente peligrosa, aunque no lo parezca. Se trata de, como su nombre indica, bucear, pero prácticamente sin equipamiento. Esto hace que sus practicantes estén muy expuestos a problemas que pueden terminar siendo fatales. De hecho, se calcula que el 2% de quienes lo practican mueren cada año. Esto es unos 100 buzos de cada 5000.

En el año 2002, Audrey Mestre trataba de romper el récord mundial de buceo libre, que era de 1.62 kilómetros. Mestre era la campeona de buceo libre del momento, así que tenía grandes posibilidades. Todo fue bien hasta el instante de regresar a la superficie. El equipo falló y no pudo volver a tiempo, así que se ahogó.

Cuando cualquiera ve a estas personas realizando trucos extremistas, queda con la boca abierta. Logran cosas impresionantes, pero siempre están en peligro de que un accidente acabe con sus vidas. Ese fue el caso de estos cinco temerarios que murieron en medio de grandes proezas.