¿Cómo combatir la resistencia a los antibióticos?

Durante décadas se creyó que los microorganismos con resistencia a los antibióticos solo se encontraban en centros hospitalarios. Se tomaban grandes medidas para evitar la transmisión de persona a persona o la salida de estos a la comunidad. Estudios más actuales demostraron, por el contrario, que las bacterias resistentes a estos fármacos generan serias infecciones comunitarias. Tal es el caso de la tuberculosis o la disentería bacilar, por ejemplo.

Al parecer estamos perdiendo la batalla contra estos pequeños, pero numerosos y potentes enemigos. En sentido general, la proporción de organismos resistentes a múltiples drogas (RDM) va en aumento. Diversos neumococos han incrementado su resistencia a la penicilina y a las fluoroquinolonas respiratorias, con tendencia a fortalecerse. ¿Cómo lo logran?A partir de la introducción de los antibióticos, las bacterias han desarrollado adaptaciones y mutaciones para sobrevivir. Esta transformación se incorpora al cromosoma y en los componentes genéticos móviles. Lo más asombroso es que no necesitan esperar a heredar estas características. Son capaces de transmitírselas unas a otras y transformar su ADN, sobre todo cuando habitan agrupadas en grandes poblaciones.

Se ha comprobado que el mal uso de los medicamentos antimicrobianos contribuye al incremento de la resistencia a los antibióticos. Ejemplo de ello es su empleo en dosis bajas para prevenir enfermedades como la fiebre reumática y la otitis media. Estos tratamientos se dan a poblaciones enteras que no siempre siguen las indicaciones médicas. Una exposición prolongada de las bacterias a cantidades que no las inhiben permite que se hagan resistentes.

En Finlandia ocurrió algo que demostró la relación directa entre el uso extensivo de los antimicrobianos y el aumento de la resistencia. En 1988 se restringió el uso de ciertos antibióticos. Para 1996 la resistencia del Streptococcus pyogenes a la eritromicina descendió a un 8,5%. En 1998 volvió a incrementarse la utilización de estos y la tasa de resistencia alcanzó un 18%. La creación de una amplia variedad de antibióticos también ha resultado problemática. Su introducción en un inicio permitió eliminar de manera efectiva las bacterias susceptibles. No obstante, esto favoreció también la expansión de las que son resistentes.

A esto se suman prácticas como la de prescribir antibióticos en edades tempranas de forma indiscriminada. Es habitual que en las consultas de pediatría se receten estos medicamentos para enfermedades virales, que no los requieren. Además de las complicaciones que pueden aparecer a largo plazo, se crea una falsa expectativa sobre los antimicrobianos. Los padres suelen pensar que si no les prescriben antibióticos a sus hijos, no están siendo bien atendidos.

Como ves, la batalla es dura y los microbios parecen decididos a no ceder terreno. Se impone que los humanos tracemos estrategias que garanticen la victoria. Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió 5 consejos para combatir la resistencia a los antibióticos.

Se debe establecer un control estricto sobre la distribución de antibióticos. Cuando la persona acuda a la farmacia, no solo debe presentar la receta. También es necesaria la descripción del tratamiento indicando su duración y frecuencia. El profesional de la salud calificado para prescribirlos tiene que hacerlo únicamente cuando se requiera. Para ello, debe ajustarse al protocolo vigente.

Los doctores tienen que asumir la responsabilidad de asesorar a sus pacientes sobre el uso correcto de estos medicamentos. Es fundamental que les expliquen el concepto de resistencia. Deben enfatizar en la necesidad de completar los ciclos indicados aún cuando los síntomas desaparezcan. Así mismo, deben hablarles con detalle sobre los riesgos que constituyen tomarlos de manera prolongada.

Por su parte, las personas no deben automedicarse cuando falla algún tratamiento. El médico es la persona indicada para determinar si es necesario continuar administrando o no la medicina. Muchos los consumen sin antes consultar por su popularidad y el desconocimiento sobre las consecuencias de su abuso. Tampoco es recomendable compartir los antibióticos recetados a alguien más.

En todas las instancias sanitarias y farmacéuticas es necesario brindar información sobre las infecciones. Es de vital importancia instruir a la población sobre las diferencias entre las que son virales y las bacterianas. Los antibióticos no tienen ningún efecto cuando la enfermedad es causada por un virus. Por tanto, no sirven para tratar afecciones como una gripe o un resfriado.

Finalmente, la OMS recomienda tomar medidas para prevenir la transmisión de infecciones. Entre las más importantes están el lavado constante de las manos y la seguridad en las relaciones sexuales. También se deben aceptar las vacunas que aportan inmunidad ante distintos virus y bacterias. Estas acciones deben promoverse mediante campañas y folletos educativos por parte de las autoridades sanitarias.

Aunque no podamos verlos, algunos microbios se han convertido en feroces enemigos de la humanidad. Los antibióticos pueden ser la solución, pero solo si los empleamos con responsabilidad. Es imperativo extremar todas las medidas para garantizar nuestra supervivencia.